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El peligroso encanto del endemismo

El endemismo se refiere a la restricción de la distribución de una especie; indica que la especie se encuentra solo en ese lugar y no en otro. La palabra endemismo es de origen griego “endēmios” y significa nativo, del territorio propio. El término comenzó a utilizarse en medicina para referirse a enfermedades propias o restringidas a ciertas localidades o regiones, y luego se adoptó también en la biología para referirse a especies u otros grupos taxonómicos.


El endemismo no tiene límites espaciales o métricos concretos, no hay un límite numérico, no existe un área mínima (en m2 o km2, por ejemplo) para etiquetar una especie como endémica. Sin embargo, algunos términos relacionados con el endemismo sí establecen ciertos límites en situaciones particulares. El endemismo es una condición relativa que califica la distribución de la especie en relación a un espacio mayor. Si jugamos un poco con el concepto podríamos decir que la vida es, por ahora, endémica de la Tierra, simplemente porque no se encuentra en otras partes del universo, aunque tiene una distribución muy amplia en toda la Tierra.


Veamos otros ejemplos de la relatividad del término. Una especie que habita exclusivamente en un tepuy en la Amazonía de Venezuela, por ejemplo, el Cerro Sarisariñama, sería endémica de Sarisariñama. Una especie que se distribuya ampliamente en Venezuela pero no se encuentre en ningún otro país sería endémica de Venezuela. Una especie que se encuentre en todos los países de Suramérica pero no fuera de esta región, sería endémica de Suramérica. Una especie podría ser endémica de una ecorregión en Suramérica, por ejemplo de la ecorregión andina. Podemos continuar el ejercicio pero no es necesario. Vemos claramente que dos especies pueden ser endémicas a escalas geográficas diferentes, una especie restringida a un continente y otra especie restringida una ecorregión en ese continente. Llegamos sin problemas a la conclusión de que el endemismo es un concepto relativo. De modo que, cuando se usa el término endémico siempre debe hacerse referencia al área geográfica. Veamos un ejemplo gráfico del endemismo en tres especies de Inia, el delfín rosado o delfín amazónico: Inia geoffrensis (con dos subespecies, Inia geoffrensis humboldtiana e Inia geoffrensis geoffrensis), Inia boliviensis y la especie nueva Inia araguaiaensis.



Fuentes excepcionales de información biológica


El calificativo de endémica le da a una especie un estatus especial. Subjetivamente le confiere un aire de exclusividad casi aristocrático. Taxonómicamente significa que será muy difícil, por no decir imposible, encontrarla en cualquier expedición científica en otro lugar del planeta. Ecológicamente, el endemismo sugiere que la especie tiene requerimientos de hábitat muy particulares, que tiene una relación única e íntima con su entorno o que su capacidad de dispersión es limitada por razones endógenas o exógenas (por ejemplo, por barreras geográficas). También puede sugerirnos algo de su historia evolutiva, de los procesos de dispersión y especiación o de su historia ecológica reciente. Por ejemplo, podría tratarse de una especie que en algún tiempo, no lejano, tuvo una distribución mayor y que por razones conocidas o desconocidas, ahora está restringida a un área menor. Comenzamos a ver que el endemismo tiene también implicaciones en la conservación de las especies. Un endemismo nos puede indicar que algo ha ocurrido, hace miles de años o hace un medio siglo y, por supuesto, nos pone en alerta sobre lo que puede ocurrir con la especie si no tomamos medidas para protegerla. Las especies endémicas también pueden ser los termómetros de la salud de los ecosistemas que ocupan.


El endemismo es paradójico en términos de la biodiversidad. A más endemismos en una región (más especies endémicas) mayor biodiversidad. Los países megadiversos, aquellos que albergan al menos 70% de las especies conocidas en el planeta, son también países con un alto número de endemismos. Pero, el endemismo encierra un gran peligro: cuanto mayor es el endemismo (cuanto más restringida la distribución de una especie) mayor es el riesgo de extinción, y con ella, la pérdida de biodiversidad. La razón es simple: cuando una especie habita en un solo lugar cualquier perturbación ambiental, natural o antrópica, la pone en riesgo de desaparecer irreversiblemente. Ese es el caso de la mayoría de la especies en peligro de extinción que hemos presentado muchos de nuestros artículos.



Verdaderos tesoros ecológicos en peligro


Las especies endémicas son el patrimonio más preciado de los ecosistemas y un tesoro para la humanidad. Sin embargo, garantizar su supervivencia es uno de los mayores retos de la conservación de la biodiversidad. Uno de los riesgos ocultos es que todavía quedan cientos de miles de especies por descubrir y la mayoría son, con toda seguridad, endémicas. Cuántas habremos perdido y cuántas estamos por perder sin que nos demos cuenta.


Hasta la fecha se ha evaluado el estado poblacional y las amenazas a la supervivencia de unas 139.600 especies de animales, plantas y hongos en la Lista Roja de la UICN. Esta cifra, por alta que parezca, es una minúscula parte de las que existen. De ellas, unas 6.352 especies son endémicas y para unas 1.611 no hay información adecuada de su estado poblacional (Datos Insuficientes, DD). Tomando en cuenta solo las especies con información suficiente (unas 4.741) los datos indican que: 10 (0,21%) ya se han Extinguido en Vida Silvestre (EW), 38 (0,8%) se encuentran Extintas (EX), 561 (11,8%) están en Peligro Crítico (CR), 728 (15,4%) están Amenazadas (EN), 867 (18,3%) son Vulnerables de extinción (VU), 348 (7,3%) están Casi Amenazadas (NT) o en Riesgo Bajo (LR/nt), 12 (0,25%) se encuentran en Riesgo Bajo dependiente de conservación (LR/cd) y 2.181 (46%) se consideran como de Preocupación Menor (LC) o en el límite entre ésta y el Riego Bajo (LR/lc). Estas estadísticas arrojan un resultado alarmante: 53% de las especies endémicas están en algún peligro, sin incluir las categorías EX (Extinta) y EW (Extinta en Vida Silvestre).



Los humedales continentales son el tipo de hábitat que alberga más especies endémicas (aprox. 41%). Los ríos, riachuelos y caídas de agua permanentes son los de mayor importancia (30%); le siguen los matorrales, los lagos, pantanos, ciénagas, turberas y charcas temporales (11%). Los bosques subtropicales y tropicales húmedos de tierras bajas y de montaña son el segundo hábitat en importancia para las especies endémicas (30%). Les siguen, muy de lejos, los bosques templados (7%), los bosques secos tropicales y subtropicales (6%), los herbazales templados (6%), los matorrales con vegetación mediterránea (6%) y matorrales tropicales y subtropicales (5%).


Claves para su conservación


Si tomamos en cuenta estas estadísticas generales, la supervivencia de la mayoría de las especies endémicas del planeta está asociada a la conservación de dos tipos de ambientes continentales: los humedales y los bosques tropicales y subtropicales. Esta información no nos toma por sorpresa. Hemos resaltado la importancia de los humedales para la supervivencia de la especie humana en otro artículo y el valor incalculable de los bosques, especialmente los tropicales y subtropicales debido a su alta biodiversidad. Muy probablemente muchas especies endémicas por descubrir se escondan todavía en estos ecosistemas. Las especies de vertebrados más pequeños del planeta se han encontrado en humedales (el pez más pequeño conocido habita en una turbera), y en bosques tropicales y subtropicales. Sobran las palabras.


No es nuevo el enfoque de la conservación de los ecosistemas para la conservación de especies particulares. La concepción sistémica siempre reporta más beneficios a largo plazo que la centrada en una única especie porque considera el valor de todos sus componentes. Sin embargo, una especie emblemática de ese ecosistema puede ser muy eficaz para llegar a las comunidades, a los responsables de las políticas locales, nacionales, regionales y mundiales, y las fuentes de financiación. Entre las especies emblemáticas potenciales, las endémicas destacan por su gran significado ecológico y emocional.


Uno de los grandes retos para los especialistas en conservación es identificar los ecosistemas clave en cada región para conservar el mayor número de especies endémicas. Este es un trabajo arduo, pero la idea es que esta información sea tomada en cuenta en los planes de ordenación del territorio, en el diseño de las áreas protegidas y en sus reglamentos de uso. El salto entre la teoría ecológica y la realidad local no siempre es fácil. Los intereses políticos, económicos, sociales y ecológicos coliden muchas veces, en parte por la escasa compresión que tenemos de que nuestra existencia depende de la presencia de otras especies, de la preservación de las fuentes de agua, de la conservación de la calidad del aire, entre otras. La otra parte del problema es la inmediatez, esa urgencia por satisfacer los deseos inmediatos sin pensar en las consecuencias.



Cuando analizamos las principales amenazas a la supervivencia de las especies endémicas en peligro, no podemos menos que confirmar la contraposición entre los intereses humanos inmediatos y la visión global a largo plazo. Los porcentajes hablan por sí solos: la agricultura y la acuacultura y la ganadería en granjas pequeñas (23%), el desarrollo urbanístico residencial (19%), la agroindustria a gran escala (10%), las especies invasoras y la enfermedades (9%), el turismo y la recreación (8%), uso de subsistencia de recursos biológicos (8%), la minería (7%) y las sequías (6%). Sin embargo, aún se desconocen las fuentes de amenaza para un porcentaje importante de especies (10%) endémicas. Lo que sí sabemos es que con la pérdida de cada especie endémica desaparece una joya ecológica excepcional portadora de secretos evolutivos invaluables; con ella se van también todos los servicios ecológicos que proporcionaba.


Créditos fotos:

Distribución de varias especies de Inia (Cetacea), w:User:Pcb21 y w:User:Vardion, en Wikimedia Commons.

Inia geoffrensis (Delfín del Amazonas), Nortondefeis, en Wikimedia Commons.

Arbutus canariensis, madroño endémico de las Islas Canarias, Meneerke bloem, en Wikimedia Commons.

Conolophus subcristatus, iguana endémica de Islas Galápagos, Samuel Meylan, en Wikimedia Commons.


Autora:

Zaida Tárano Miranda

Divulgadora Científica

Colaboradora Provita Internacional

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