Ni oso ni mapache, es un panda rojo y está en peligro
El panda rojo (Ailurus fulgens) ha sido elegido como el mamífero más hermoso en algunos concursos de belleza al estilo de aquellos de la revista People. Lo cierto es que sea el más hermoso o no, el panda rojo no deja indiferente a nadie. Su rostro angelical, su colorido y su cola larga y esponjosa enternecen a cualquier persona medianamente sensible. Este encanto natural lo hace deseable como compañía, pero los animalitos silvestres no son las mascotas ideales, sin mencionar que a ellos, eso de vivir entre paredes o incluso en un jardincito bien domesticado, tampoco les “llena” mucho.
El panda rojo habita naturalmente en China (provincias de Sichuan, Yunnan y Tíbet), Bután, noreste de India (estados de Sikkim, Bengala Occidental y Arunachal Pradesh), Nepal y norte de Myanmar (estado de Kachin). Aunque en los mapas su distribución parece continua, desde la región del Himalaya hasta el suroeste de China, en realidad es disjunta (discontinua). Se le encuentra en bosques de montaña con sotobosque de bambú, en una franja altitudinal estrecha, típicamente entre 2.300 y 4.000 m. Sin embargo, la altitud ocupada varía a lo largo de su área de distribución. Por ejemplo, en las laderas orientadas al sur (más templadas que las orientadas al norte) tienden a encontrarse a mayor altitud y viceversa.
Un rompecabezas biológico
La palabra panda proviene de los vocablos nepalíes nigalya ponya que significan “comedor de bambú”. Hay otro panda, el panda gigante, que también come bambú. Ambos pandas comparten nombre pero no están emparentados. Mientras que el panda gigante es un oso (Familia Ursidae), el panda rojo es tan pero tan especial que, después de muchos vaivenes taxonómicos, ha sido colocado en una familia creada únicamente para él y para otros ocho géneros extintos descritos a partir del registro fósil, la Familia Ailuridae. Como ya mencionamos, el panda rojo comparte con el panda gigante su gusto por el bambú, y también la presencia de un hueso extra en la muñeca. Este hueso origina un pulgar falso que les ayuda a sujetar las ramas del bambú. Hasta aquí las similitudes.
Por su aspecto externo y su morfología interna, otrora también se les consideraba emparentados con los mapaches y zorros lavamanos (Familia Procyonidae). Con ellos comparten algunas características fácilmente observables como las machas faciales, los anillos en la cola, la costumbre de lavar sus manos y alimentos en el agua y de frotarse el rostro con las manos húmedas. Pero la evidencia más reciente indica que estarían más emparentados con los zorrillos o mofetas (Familia Mephitidae) y las comadrejas (Familia Mustelidae) que con los mapaches.
Los pandas rojos, como los gatos, se acurrucan al dormir y se envuelven con la cola. Quizá por eso, a la par de sus habilidades para trepar (son de los pocos mamíferos que descienden por los troncos de frente, con la cabeza abajo), uno de los nombres comunes del panda rojo en inglés es gato-oso rojo (Red Cat-Bear). Por cierto, el nombre genérico del panda rojo proviene precisamente de la palabra griega ailouros que significa gato (el epíteto fulgens significa refulgente, del color de fuego). Nada es arbitrario en las denominaciones taxonómicas. Sin duda, los pandas rojos son un verdadero rompecabezas biológico.
Por si lo anterior fuera poco, tradicionalmente se consideraba que todas las poblaciones del panda rojo constituían una única especie, con dos subespecies (Ailurus fulgens fulgens y Ailurus fulgens styani). Pero desde 2011, cuando se propuso por primera vez la separación, se han reunido indicios de que serían dos especies diferentes: el panda rojo occidental o Chino (A. fulgens) y el panda rojo oriental o del Himalaya (A. styani). El primero tiene el rostro más rojizo y más anillos en la cola que el segundo, pero ciertamente esta no es la principal razón para separarlos en dos especies. La distribución geográfica y la información genética avalan la propuesta de separación; sin embargo, la decisión aún no está tomada.
El panda rojo tiene muchas otras particularidades que no podemos mencionar aquí, pero valga resaltar algunas más. Las manchas del rostro y los anillos de la cola son únicos para cada individuo, lo que permite su identificación sin necesidad de colocarles marcas artificiales. Las plantas de sus pies y manos están pobladas de un pelaje denso que les confiere más agarre y les protege de resbalar en el hielo y la nieve. Como los osos y los mapaches, pueden pararse sobre sus patas posteriores en señal de advertencia. Al erguirse sobre sus patas aparentan mayor tamaño y además muestran sus garras afiliadas con las que pueden propinar cortadas profundas; mejor no tomarse esa conducta como un saludo amigable.
Una delicada relación con el bambú y las bacterias
Aunque los pandas rojos pertenecen al Orden Carnivora (como los mapaches y los pandas gigantes) son casi exclusivamente vegetarianos. Casi 98% de su dieta está compuesta por hojas de bambú; el resto incluye bayas, hongos, gramíneas, insectos, huevos de pájaros y ocasionalmente ratones y aves.
Con una dieta casi exclusivamente folívora (comer hojas) los pandas deberían ser capaces de digerir la celulosa y la lignina, pero no es así. Igual que las termitas, poseen una microbiota bacteriana, en este caso no muy diversa, capaz de digerirlas. Con todo y sus bacterias, la digestión no es muy eficiente. Los pandas rojos tienen el tracto digestivo de un carnívoro y el tránsito intestinal es rápido (entre 2 y 4 horas). En consecuencia, los pandas deben consumir unas cantidades enormes de ellas. Se estima que un panda rojo debe ingerir alrededor de un 20% de su peso corporal en bambú todos los días, entre unos 600 y 1.800 gramos de hojas frescas o hasta 4.000 gramos de tallos tiernos. Esta cantidad representa varios miles de hojas al día. Podríamos pensar que con este apetito, los pandas rojos son una amenaza a la supervivencia del bambú, pero la evidencia indica lo contrario.
Con el ramoneo, los pandas rojos mantienen la salud de las plantas de bambú al estimular su crecimiento, e indirectamente mejoran la salud del aire. Sí, porque un parche de bambú libera 35% más oxígeno a la atmósfera que un área equivalente de árboles típicos de su hábitat (coníferas y árboles de hoja grande de ambientes templados). El impacto del otro amante del bambú, el panda gigante, sí podría ser negativo. Un panda rojo pesa entre 3 y 6,2 kg y, por mucho que coma, no se puede comparar su impacto con el de los pandas gigantes que pesan entre 70 y 120 kg. Pero, en el caso del panda gigante, las tasas de consumo perjudiciales ocurrirán cuando el hábitat esté fragmentado y los pandas sobrepastoreen los parches que encuentren. En un ambiente no perturbado, en el que los pandas (gigantes y rojos) puedan moverse en el bosque, este efecto no se llegará a producir.
Presente en muchos zoos pero cada vez más ausente en su hábitat
El panda rojo está presente en muchos zoos en todo el mundo. La exhibición del Zoo del Bronx en Nueva York es muy famosa, y también la del Zoo de San Diego, de donde, por cierto, se escapó una hembra que fue recuperada unos días después. Pero hay exhibiciones casi en cualquier país con tradición en parques zoológicos, en todos los continentes. En España, tenemos pandas rojos en el Zoo Aquarium de Madrid, donde son los animales más prolíficos, el Biopark de Fuengirola, Faunia (Palencia), el Zoo Botánico Jerez (Jerez), Selwo Aventura (Málaga) y Loro Parque (Tenerife), por mencionar algunos.
La ubicuidad del panda rojo en los zoológicos crea la falsa sensación de que es un animalito abundante en su ambiente natural. Pero la realidad es que no se conoce el tamaño actual de las poblaciones naturales, en parte porque las fuentes son dispares. Se han realizado al menos cuatro intentos para estimar el tamaño poblacional en los países del área de distribución: en Nepal (en 2010), China (en 2012) e India (en 2013 y 2015). Las estimaciones del número total de individuos fluctúan entre 2.500 y 10.000 en toda su área de distribución. Con estos valores, la UICN no se aventura a reportar cifras del número de individuos totales que todavía quedan. Todas las estimaciones han certificado declives en las poblaciones, pero la magnitud del descenso es cuestionable. Al menos en parte, los cambios poblacionales (antes y ahora) pueden deberse a diferencias en las técnicas de estimación utilizadas, pero la tendencia a la baja no se puede negar.
A pesar de la varianza de los datos poblacionales, la UICN cataloga al panda rojo como especie Amenazada (EN) porque reúne una serie de condiciones. Primero, su población ha declinado al menos 50% en los últimos 60 años, y se prevé que continuará descendiendo durante las próximas tres generaciones (el tiempo generacional es de 18 años). Segundo, la tasa global de pérdida de área boscosa en su área de distribución es tal que, solo por eso, se le podría catalogar como Casi Amenazado (NT). Tercero, se sospecha que la tasa de declive de las poblaciones es mayor que la estimada porque su hábitat está fragmentado y se sabe que su supervivencia en este tipo de áreas es baja.
Como mencionamos, la dieta del panda rojo es casi exclusivamente bambú, pero no cualquier especie. De las 1.200 especies de bambú solo consume unas pocas. El bambú tiene una dinámica muy particular de crecimiento, floración y muerte, dependiendo de la especie. Algunas especies tardan años en brotar, crecen lentamente al principio y con gran rapidez antes de la floración. Esto obliga a los pandas rojos a moverse entre áreas de alimentación regularmente cuando las plantas de un área se han muerto o tienen poco follaje.
Los pandas rojos prefieren parches de bambú con alta densidad de hojas, pero el bambú no se establece fácilmente en porciones de bosque que han sido perturbados o talados. Las plántulas requieren ciertas condiciones de humedad y viento que se modifican con la intervención humana. La perturbación del bosque, en cuyo sotobosque se desarrolla el bambú, es solo el inicio del problema.
Una cascada de amenazas posteriores
Durante sus movimientos entre los fragmentos de bosque los pandas rojos deben cruzar áreas deforestadas exponiéndose a nuevos peligros, algo que no ocurre cuando el bosque mantiene su estructura continua original. En las zonas perturbadas suelen establecerse asentamientos humanos con animales domésticos. Aquí entra en el escenario la segunda gran amenaza: el moquillo canino o distemper. El moquillo es producido por un virus altamente trasmisible que se encuentra en las heces de los perros infectados y no vacunados, y resulta letal para los pandas. Los intentos de proteger a los pandas con la vacuna canina contra el moquillo han resultado inútiles porque no genera inmunidad en ellos.
Los bosques de pendientes suaves, con fuentes de agua cercanas y cierto régimen hídrico, que son los preferidos por los pandas, también son apreciados por los pastores. Las plántulas de bambú que crecen en el sotobosque son muy apetecibles para el ganado, lo que genera una competencia por el recurso. Pero además, con el ganado también van los perros. Adicionalmente, los arboles caídos y los tocones, que los pandas aprovechan alcanzar las hojas de bambú y desplazarse, también son retirados por los pastores para utilizarlos como leña.
La cacería ilegal con fines comerciales se suma a estas amenazas. El panda rojo se encuentra incluido en el Apéndice I de la Convención CITES desde febrero de 1995. Las especies en el Apéndice I se encuentran en peligro de extinción y no pueden ser comerciadas, excepto bajo circunstancias muy especiales debidamente fundamentadas. De modo que, el panda rojo no puede ser capturado, transportado ni comercializado sin un permiso especial emitido por la Convención o su representante local (típicamente una agencia gubernamental del país que ha suscrito la Convención). Sin embargo, la extracción ilegal del panda rojo ha experimentado un aumento en la última década. A nivel anecdótico (sin cifras oficiales confiables), se conoce que en algunas regiones de Myanmar la captura de pandas rojos es habitual. A inicios de los 90, los pandas rojos capturados en Myanmar se comerciaban a través de China, y muchos de estos animalitos terminaban en los zoológicos de todo el mundo; no se descarta que esto siga ocurriendo. La extracción ilegal también ha crecido en Nepal, en parte por el atractivo de la piel y la carne en el mercado ilegal del Sureste asiático, especialmente en China. No es raro encontrar carne de panda rojo en los restaurantes de algunas ciudades de este país.
El tráfico de pandas rojos para el mercado ilegal de mascotas también va en aumento, especialmente en China y Tailandia. Mientras buscaba información para este artículo, algunos resultados de búsqueda indicaban sin tapujos “venta de panda rojo”. Es difícil adivinar lo que puede estar ocurriendo en la dark o deep web, donde se comercializa una parte de la fauna silvestre obtenida ilegalmente. Hoy no existen criaderos autorizados de pandas rojos para su venta como macotas en ningún país. De modo que, si compras un panda rojo para hacerle sufrir en tu casa, recuerda que fue obtenido ilegalmente, seguramente arrebatado de su madre, que probablemente fue asesinada, y transportado en condiciones infames para satisfacer uno de tantos antojos humanos. La realidad es que el panda rojo no es una especie apta para la vida en cautiverio. Su dieta y requerimientos la hacen muy susceptible al deterioro de sus condiciones físicas.
El deseo creciente por tener fauna silvestre como mascota ha disparado las alarmas de biólogos, veterinarios y conservacionistas. "Los animales salvajes son mascotas terribles" es el título de un artículo reciente publicado por National Geographic. Los pandas rojos tienen colmillos y garras filosas con las que desgarran los muebles, por no mencionar los peligros para las personas. Además vienen provistos con una glándula anal que produce una sustancia de olor penetrante y nauseabundo.
Por otra parte, ponerse en el lugar de un animalito solitario, que vive en un bosque, pasa la mayor parte del tiempo en las ramas y tiene hábitos crepusculares, es siempre un buen ejercicio de empatía que nos permite tomar conciencia de cómo el cautiverio afecta el bienestar físico y psíquico del animal. Siempre es útil imaginar que uno de nosotros es capturado por un gigante de Brobdingnag (Los Viajes de Gulliver) que nos coloca en una casita de muñecas, con mueblecitos y abundantes raciones de alimento y agua, una bañerita donde nos zambullen cuando la pequeña ama así lo desea, y todo esto dentro de una hermosa jaula de oro. Quizá no nos falte lo elemental para vivir en la casita de muñecas pero ¿estaremos bien? No sé, pero yo no me veo; Gulliver tampoco lo hizo.
El panda rojo no está exento de sufrir el impacto del cambio climático y los desastres naturales. Pero, una pobre implementación de las leyes y reglamentos de protección, y el escaso interés político en la conservación de la fauna silvestre en general, y del panda rojo en particular, son todavía más peligrosos que las amenazas climáticas y naturales.
Qué se puede hacer para salvar al panda rojo
Parece mentira pero no lo es, a pesar de estar catalogado como Amenazado, los proyectos de investigación y seguimiento poblacional en su área de distribución son escasos. Sin embargo, al menos ya se han identificado sitios para su conservación, y existen varias áreas protegidas en su área de distribución.
Para salva al panda rojo es necesario proteger su hábitat. Como en muchas otras especies en peligro de extinción, el manejo del hábitat es la acción más relevante. En el caso del panda rojo, cuya principal amenaza es la destrucción, degradación y fragmentación de su hábitat, la medida es de importancia capital. Es imperativo reducir la pérdida de su hábitat (ya se ha perdido entre 40 y 50%), y restaurar los hábitat degradados por la extracción de madera, el pastoreo, el turismo y la acumulación de basura. La pregunta es cómo hacerlo cuando chocan los intereses de las personas que buscan un beneficio económico inmediato con los de quienes tienen una visión global y a largo plazo de la importancia del uso sostenible de los recursos naturales y la conservación de la biodiversidad. Para lograrlo es necesario reunir a las agencias gubernamentales, las ONGs, los usuarios del recurso y los especialistas en conservación y llegar a acuerdos.
También es necesario reducir al mínimo la captura y muerte de los pandas rojos. Esto requiere reforzar la vigilancia, garantizar el cumplimiento de la legislación y mejorar la cooperación entre los propietarios de tierras y las agencias gubernamentales. Sin lugar a dudas, es imperativo y urgente mejorar el manejo de los perros en las zonas habitadas por los pandas rojos. Medidas sencillas como las vacunaciones regulares de los perros, los programas de esterilización y la concienciación de los propietarios para que impidan que vaguen sueltos por los bosques pueden tener un impacto positivo inmediato.
Por supuesto, la sensibilización y la educación ambiental siempre deben estar presentes. Una población concienciada evitará comprar animalitos extraídos ilegalmente, consumir platos preparados con carne de panda rojo, comprar sus pieles o productos elaborados con ellas. Sin demanda no hay negocio, y sin negocio no hay oferta. Una comunidad local concienciada se involucrará en los planes de protección y restauración del hábitat y evitará caer en la tentación de participar en el tráfico ilegal.
Una acción que aporta su granito de arena es la cría ex situ con fines de reintroducción. Muchos zoológicos a nivel mundial tienen programas de cría en cautiverio, y en general, funcionan, excepto en el trópico. Pero la cría ex situ solo tiene sentido si los pandas pueden ser liberados en ambientes seguros, no perturbados, donde podrán continuar su vida. Todo programa de cría ex situ debe ser avalado y supervisado por las agencias correspondientes en cada país, como por ejemplo las asociaciones de zoológicos y acuarios. En la Unión Europea, los programas de cría deben ajustarse a los lineamientos del Programa Europeo de Especies en Peligro (EPP) que cuenta con una sección dedicada a la cría en cautiverio. Los programas de cría ex situ no solo buscan reproducir los individuos, sino garantizar que la población en cautiverio se mantenga genéticamente sana y diversa para que sea viable en su hábitat natural.
El panda rojo también tiene su día
El tercer sábado de septiembre se celebra el Día Internacional del Panda Rojo. La conmemoración fue promovida por Red Panda Network para incentivar las acciones de conservación de la especie.
La red trabaja específicamente con las comunidades en el área de distribución del panda rojo, para promover acciones que disminuyan su impacto sobre las zonas ocupadas por los pandas. Por ejemplo, ayuda a los lugareños a adoptar prácticas alternativas de ganadería que reducen el impacto de los rebaños sobre el bosque, y les enseña sistemas de cultivo orgánico que son menos dañinos que los tradicionales para el hábitat de los pandas rojos. Otra acción promovida por la red es la sustitución de las cocinas de leña por cocinas más eficientes de bio briquetas (biocombustible renovable) que, además, pueden ser producidas por la misma comunidad. El sustento económico de las familias también se mejora a través del alojamiento rural, en el que los senderistas pernoctan en las viviendas de los pobladores locales.
Las comunidades pueden y deben ser las principales garantes de la conservación de su entorno natural, y por ende, del de los pandas rojos. Por eso, la Red Panda Network también entrena a los lugareños como guardabosques que no solo controlan la extracción ilegal sino que reforestan las áreas degradadas con especies autóctonas. Como podemos ver, son acciones in situ, con los usuarios directos del recurso, que son fundamentales para la supervivencia de los pandas rojos, y de todas las demás especies que allí habitan.
El panda rojo es para muchos de nosotros una curiosidad de zoológico pero eso no significa que no podamos aportar algo a su conservación. La divulgación y el apoyo económico a las organizaciones que desarrollan acciones para su conservación son acciones al alcance de la mayoría de nosotros; grano a grano se construye una montaña.
Créditos fotos:
Panda rojo en el Zoo de Duisburgo (Alemania) por Mathias Appel
Panda rojo comiendo bambú en el Zoo de Bratislava (Eslovaquia) por Soggy Pandas
Panda rojo descansando en el Zoo de Madrid por Carlos Delgado
Panda rojo en el Zoo de Liberec (Chequia) por Frettie
Panda rojo en un zoo en invierno Mathias Appel
Autora:
Zaida Tárano Miranda
Divulgadora Científica
Colaboradora Provita Internacional
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