Cinco especies endémicas de las Islas Canarias se acercan a la extinción
El archipiélago de las Islas Canarias es la región más austral y occidental de España y por tanto, disfruta de un clima subtropical que varía según la altitud y la vertiente (norte o sur). Está formado por ocho islas (Tenerife, Gran Canaria, Fuerteventura, Lanzarote, El Hierro, La Gomera, La Palma y La Graciosa), cinco islotes y ocho roques, y en conjunto cubren 7.447 km2. La diversidad climática, micro climática, geológica, y paisajística de las islas (costa, bosques, lagunas, jameos, dunas, entre otros), ha dado lugar a una biodiversidad también generosa. Cuenta con 17.666 especies terrestres (incluyendo las subespecies) y 7.894 marinas de flora y fauna. El aislamiento también ha favorecido la existencia de una gran número de endemismos: 463 especies endémicas terrestres (395 plantas y 68 animales) y una especie marina (Fuente: Biocan).
Esta gran diversidad de las islas justifica la declaratoria de cuatro parques nacionales y que todas las islas sean, en su totalidad, o contengan Reservas de la Biosfera, y otras tengan zonas declaradas Patrimonio Natural de la Humanidad. Las islas de El Hierro, La Palma, Fuerteventura y Lanzarote son Reservas de Biosfera en su totalidad. En La Gomera está uno de los cuatro parques nacionales de las islas, el Parque Nacional de Garajonay, declarado Patrimonio de la Humanidad, entre otras cosas por el bosque de laurisilva, cuya importancia veremos en breve. Tenerife, la mayor de las islas, ha protegido aproximadamente 48% de su superficie en la Red Canaria de Espacios Naturales Protegidos. Además, en Tenerife se encuentra el Macizo de Anaga, el lugar con mayor cantidad de endemismos de Europa, también declarado Reserva de la Biosfera desde 2015. Gran Canaria tiene el mérito su variedad climática y paisajística, que abarca desde bosques siempre verdes a desiertos (dunas), por lo que es conocida como “el continente en miniatura”. Gran Canaria tiene más de 30 espacios protegidos que cubren 43% de su superficie.
A pesar del reconocimiento generalizado del valor biológico de las Islas Canarias, de la gran superficie del archipiélago protegida en la Red Canaria de Espacios Naturales Protegidos, y de las declaratorias de Reservas de la Biosfera en varias islas, las amenazas sobre la biodiversidad no cesan.
Las Islas Canarias son la gran huerta de especies vegetales tropicales para España. Las plantaciones plataneras son los cultivos más emblemáticos, pero hay muchos otros cultivos frutícolas y hortícolas en las islas. El turismo representa otra gran presión sobre la integridad biológica, geológica y paisajística de las islas. En la isla de Lanzarote, el turismo es la principal actividad económica, y el Parque Nacional El Teide (Tenerife) es el segundo más visitado en el mundo, solo detrás de Yosemite y El Gran Cañón (que se disputan el primer puesto), y el más visitado de Europa. Para añadir más a la escena, las islas tienen volcanes activos que despiertan de cuando en cuando, cubriendo vastas áreas con lavas que convierten el terreno en zonas cero. Estas áreas dan lugar a lo que se conoce como “malpaís”, un paisaje caracterizado por flujos de lava reconocibles, tubos volcánicos colapsados y rocas poco erosionadas, en un ambiente árido.
La presión antrópica sobre los ecosistemas de las islas es la principal responsable de la situación actual de cinco especies endémicas de las islas que han sido consideradas en algún peligro de extinción por la UICN. Las especies endémicas son especialmente sensibles a la extinción cuando están restringidas a regiones relativamente pequeñas. Como explicamos en otro post, no es igual, en relación al peligro de extinción, que una especie sea endémica de un continente, por ejemplo, Europa, a que lo sea de una localidad particular, como por ejemplo, una isla. La pérdida de la única población o las pocas poblaciones de esa especie suponen una pérdida irreparable. Cuando una especie endémica desaparece lo pueden hacer también otras que dependen de ella generando una cascada de perturbaciones en el ecosistema.
Las cinco especies en peligro de extinción son la lisneja (una lagartija), la musaraña de Canarias, la limonera (una mariposa), el murciélago orejudo de Canarias y la mantis enana de Canarias.
La lisneja
La lisneja (Chalcides simonyi) es una lagartija poco conocida, con una distribución muy restringida, endémica de la islas de Fuerteventura (el área central y una población aislada en el sur), y Lanzarote (solo en el norte), y del islote de Lobos. Sabemos que vive en bosques termófilos, matorrales, malpaís con algo de vegetación, y laderas cultivadas limitadas por muros de piedra (que le sirven de refugio).
El tamaño de sus poblaciones no se conoce, lo que hace más frágil su situación, por lo que se la ha catalogado como Amenazada (EN). Se piensa que buena parte de su población se perdió debido a una erupción volcánica ocurrida en el siglo XVIII. La población superviviente quedó reducida y muy fragmentada, y no ha logrado recuperarse.
En el presente, la principal amenaza para la conservación de la lisneja es la fragmentación de sus poblaciones por el cambio climático, específicamente por la desertización y la pérdida del suelo debido a la erosión. Los gatos asilvestrados son otra amenaza importante para la lisneja; no olvidemos que los gatitos están entre las especies invasoras más dañinas a nivel mundial. La lisneja tiene entre sus depredadores naturales a la la musaraña canaria (Crocidura canariensis) otra especie amenazada.
La musaraña Canaria
La musaraña Canaria (Crocidura canariensis) es uno de los mamíferos más pequeños del planeta. Los adultos apenas alcanzan entre 54 y 74 mm de largo y entre 6 y 9,5 gr de peso. Por más inhóspito que parezca el malpaís, excesivamente cálido y seco, es allí donde prefiere habitar esta musaraña. Ocasionalmente se la puede encontrar en jardines y tierras de cultivo abandonadas cerca de los campos de lava, y en áreas rocosas y arenosas con alguna vegetación. Pero masoquista no es, y pasa buena parte del tiempo en galerías subterráneas donde la temperatura es fresca, aunque en el exterior pueda alcanzar hasta 60 °C.
La musaraña de Canarias es endémica de las islas más orientales del archipiélago: Lanzarote, Fuerteventura, Lobos y Monte Clara. En esta última, está restringida a una única duna costera donde se estima que viven solo unos 100 individuos. El área total ocupada, o potencialmente ocupada por la musaraña es inferior a 4.800 km2, y el tamaño real de las poblaciones se desconoce. El registro fósil indica que también estuvo en las islas de La Graciosa y Alegranza, pero no se ha visto en el presente.
Su distribución está muy fragmentada debido a berreras naturales y a la presión urbanística e industrial en las adyacencias a su hábitat preferido. Además, la desertización, que también afecta a la lisneja, representa una amenaza adicional para su conservación. El aislamiento de las subpoblaciones podría resultar en el mediano plazo en la pérdida de diversidad genética debido a la reproducción entre parientes, lo que representa un grave riesgo para la supervivencia de cualquier especie. Los gatos asilvestrados y los ratones domésticos son otras amenazas para las musarañas; la presencia de gatos en Monte Clara es preocupante.
La musaraña de Canarias está protegida por la legislación española y también se encuentra en algunos parques nacionales en Fuerteventura, pero nada de esto la ha librado de ser catalogada como Amenazada (EN).
La limonera de Tenerife
La limonera de Tenerife (Gonepteryx cleobule) es una mariposa discreta en su coloración, amarilla (en las alas anteriores) a amarilla verdosa (en las posteriores), y envergadura (apenas 68 mm), endémica de Tenerife. Hay otras dos especies similares, Gonepteryx eversi en La Gomera y Tenerife, y Gonepteryx palmae en La Palma, pero solo G. cleobule se encuentra catalogada como Vulnerable (VU).
La extensión del área de distribución de la limonera es muy reducida, inferior a 5.000 km2 y el número de localidades donde se ha observado no supera la decena y sigue en descenso. La última evaluación de su estatus poblacional es demasiado antigua, para la fragilidad poblacional de la especie, y data de hace más de 13 años, por lo que la situación puede haber cambiado, para peor, sin que lo sepamos.
La limonera de Tenerife está en peligro por la destrucción de los bosques de laurisilva, también llamados bosque laurófilos o selva templada. En estos abundan especies arbóreas lauráceas como el laurel (Laurus azorica), el tilo (Ocotea foetens) y el viñátigo (Persea indica). La laurisilva es un ecosistema muy interesante. Se estima que se originó hace 20 millones de años, y cubría mucho de los trópicos. Las glaciaciones del cuaternario y el avance del desierto casi acabaron con ella, pero una parte ha sobrevivido en algunas islas de la Macaronesia. La laurisilva, y todo lo que en ella hace vida, como la limonera, se enfrenta a la presión urbanística con fines turísticos (resorts), y los incendios, provocados accidental o intencionalmente para incrementar la superficie cultivada. Aunque una parte de estos bosques se encuentra protegido, siguen declinando porque la presión por el valor de la tierra, un recurso muy limitado en una isla, no deja de crecer.
El murciélago orejudo de Canarias
El murciélago orejudo de Canarias (Plecotus teneriffae) es endémico de varias de las islas del archipiélago (Tenerife, La Palma, El Hierro y probablemente La Gomera). Habita en bosques de coníferas y mixtos, aunque puede vérsele alimentándose en áreas más abiertas y más áridas, siempre entre 100 y 2.300 msnm. Solo se han encontrado dos colonias reproductivas, en La Palma y Tenerife, pero el tamaño de la primera, la más grande de las dos, está declinando desde hace 20 años por razones no del todo claras.
Las poblaciones del murciélago orejudo comenzaron a declinar después de las fumigaciones masivas de los años 50 del siglo pasado Actualmente, el uso de pesticidas en cultivos cercanos a los bosques y la perturbación de las colonias de descanso son las principales amenazas. Para un animalito que consume insectos, la merma en las poblaciones de sus presas, o el consumo de presas contaminadas con los pesticidas, son una sentencia indirecta. Mientras no se corrijan los peligros, el murciélago orejudo seguirá apareciendo en la Lista Roja de la IUCN como en situación Crítica (CR), siendo la especie canaria endémica bajo mayor grado de amenaza.
La mantis enana de las Canarias
La mantis enana de las Canarias (Pseudoyersinia canaerensis) es endémica de La Palma, donde se encuentra en una única localidad. Algunas fuentes indican que puede estar también en Lanzarote y Tenerife, pero en cualquiera de los casos, su área de ocupación total no excede los 290 km2. En pocas palabras, la mantis enana se ha sacado todos los números de la lotería de la probabilidad de extinción.
Encontrar una mantis enana, incluso para un especialista, es una rareza, lo que sustenta la sospecha de que su población está en franco declive. La extensión del hábitat de idóneo también está disminuyendo. Típicamente se la puede encontrar en herbazales soleados, en la parte más externa de las ramas del pino canario (Pinus canariensis) y en las hojas de algunas leguminosas.
No se conocen las amenazas para la supervivencia de la mantis enana, pero los cambios en el uso de la tierra y la destrucción de sus hábitats preferidos sin duda representan un peligro real y potencial. En cualquier caso, la especie cumple con varios de los criterios para ser considerada como En Peligro (EN).
Estas cinco especies son un ejemplo más de los sinsabores del endemismo insular, y del temido desenlace del desencuentro entre el Homo sapiens y otras formas de vida. Resulta cansón, pero es necesario seguir repitiéndolo: la presión antrópica sobre todo lo que le rodea es la principal amenaza a la continuidad de la vida en este pequeño y privilegiado punto azul que llamamos Tierra.
Créditos fotos:
Lisneja, Proyecto lisneja
Limonera de Tenerife, Paul Asman y Jill Lenoble
Musaraña de las Canarias, Claudia Schuster
Murciélago orejudo de Canarias, M. Arechavaleta
Mantis enana de Canarias, Massimo Pisetta
Mapa del archipiélago de las Islas Canarias, en Wikimedia Commons
Autora:
Zaida Tárano Miranda
Divulgadora Científica
Colaboradora Provita Internacional
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