Árboles milenarios
Muchos son los árboles que se disputan el título del más longevo del planeta. Resolver este dilema depende, en parte, de las técnicas de datación que se utilicen porque no todas son comparables. También depende del criterio biológico que utilicemos para delimitar la individualidad de ese árbol. Recordemos que los árboles, como muchos otros seres vivos, pueden reproducirse vegetativamente y producir clones de sí mismos a partir de fragmentos de su cuerpo. En este artículo nos concentraremos en individuos no clonados, y consideraremos todas las técnicas de datación disponibles. Lo cierto es que a la fecha, se han datado más 40 árboles (no clonados) milenarios vivos en todo el mundo. Para no hacer esta reseña demasiado larga, elegiremos sólo el ejemplar más longevo de cada continente, o subcontinente como veremos en breve.
Técnicas dendrocronológicas
Las técnicas de datación de los árboles son diversas y van desde el registro histórico de la presencia el ejemplar en esa localidad hasta la detección de C14. Sin ánimo de ser exhaustivos, aquí mencionaremos 5 de esos métodos.
El conteo de anillos de crecimiento quizá sea el más conocido y se basa en la observación directa de los anillos de crecimiento en muestras de cortes transversales del corazón del tronco del árbol. A través de un proceso muy minucioso y sistemático, los dendrocronólogos datan eventos en el pasado analizando y comparando los patrones de crecimiento de los anillos de los árboles con los de maderas de edad conocida. También utilizan los registros climáticos y de otros eventos naturales o no que pueden afectar el ritmo de crecimiento de los anillos. Así, pueden determinar el año exacto en el que se formó cada anillo. Es un sistema laborioso que lleva consigo un cierto nivel de error, por ejemplo, debido a la ausencia de anillos, a la presencia de anillos falsos y otras anomalías en los anillos como la presencia de heridas. El método peca por defecto, es decir, la edad definitiva será la mínima estimada en lugar de la edad cronológica real; esto solo sería posible si se tomase la muestra del corazón del tronco en el punto exacto de germinación, algo complicado, ciertamente.
La datación cruzada se basa en comparar y acoplar (superponer) las secuencias de anillos anchos y estrechos de los núcleos de árboles vivos de una localidad. De este modo se establece un patrón reconocible o cronología de los árboles vivos del lugar, a partir de todos los anillos comunes entre las muestras. Luego, esta cronología se amplía utilizando los núcleos de árboles muertos. Ciertamente, es más fácil decirlo que hacerlo, pero de esta manera se asegura que a cada anillo se le asigna el año exacto de su formación. Finalmente, se compara esta secuencia de referencia con la encontrada en el árbol de interés y se establece su edad. La datación cruzada es el método más común de datación de los árboles milenarios, aunque recientemente está ganando popularidad la datación por radiocarbono.
En la extrapolación se estima la edad de un árbol a partir de la tasa de crecimiento de la especie en esa localidad. Esta tasa se estima, a su vez, a través de regresiones entre la edad y el tamaño, o a través de otros métodos matemáticos o gráficos. La técnica funciona relativamente bien cuando las muestras no se alejan mucho del intervalo de variación de los datos originales con los que se ha construido el modelo. Lamentablemente, solo un
árbol milenario se ha datado utilizando esta técnica, combinada con la datación cruzada. Se trata de un enebro occidental (Juniperus occidentalis) de 2.200 años que vive en la Sierra Nevada de California (EE.UU.).
La datación histórica se basa en las referencias históricas al ejemplar de interés. Por ejemplo, la edad de tres higueras (Ficus religiosa) de un templo Budista en Anuradhapura (Sri Lanka), se conoce porque existe un registro de que se sembraron durante el siglo III a.C.
La datación por C14 o carbono radiactivo, se basa en decaimiento radiactivo del C14 a lo largo del tiempo. Cuando un ser vivo muere, deja de intercambiar Carbono con la atmosfera y el C14 que haya acumulado se va perdiendo a una tasa determinada. De modo que, al comparar el C14 presente en la muestra con el que teóricamente debería tener, se puede estimar la “edad” de la muestra. Las dataciones se reportan en “años de C14 o radiocarbono” y tienen una escala propia. El año 0 es 1950, y a partir de éste se estima la edad de la muestra como años anteriores a ese año 0 (años BP o Before Present). Estas dataciones deben ser calibradas para transformarlas en años de calendario, y para ello se utilizan anillos de crecimiento de edad conocida. De modo que la edad en años calendario se calcula comparando la cantidad de C14 en el anillo de interés con la presente en un anillo de edad conocida. Sin embargo, las mediciones tienen cierta imprecisión de modo que la edad se estima como un intervalo (por ejemplo, ±25) en lugar de como un valor exacto. Adicionalmente, el método se basa en la suposición de que los niveles de C14 atmosférico han permanecido constantes a lo largo de la historia de la tierra, y corresponden con los estimados en 1950, lo cual no necesariamente es cierto.
El C14 se ha utilizado para datar un abeto rojo de Noruega (Picea abies) que se encuentra en Suecia. El árbol vivo actual tiene apenas unos cientos de años pero la madera muerta en su base tiene 9.500 años de edad, lo que hizo pensar que se trataba de un organismo clonal. Un estudio reciente ha certificado que no existe continuidad genética entre el vástago actual y el ya muerto, de modo que este ejemplar singular no está en nuestra lista de árboles milenarios. El baobab de Grootboom (Adansonia digitata) en Namibia, también fue datado con C14 y tenía 1.275 ± 50 años a principios del siglo XXI. Los baobabs no siempre producen anillos de crecimiento por lo que las técnicas dendrocronológicas tradicionales no se pueden utilizar. El baobab de Grootboom era el ejemplar más anciano conocido de una angiosperma, pero colapsó inesperadamente a finales de 2004 y murió. La datación también permitió descubrir que había dejado de crecer hace unos 600 años. Era también uno de los ejemplares más grandes de baobab del mundo.
Milenarios por continentes
Norteamérica
El árbol más antiguo de Norteamérica es un ejemplar de Pinus longaeva, un pino que habita en el Bosque Nacional Inyo en California (EEUU). Se le conoce como Matusalén en memoria del personaje bíblico que vivió 969 años. Pero este Matusalén vegetal es aún más viejo, todo un anciano entre los habitantes del planeta, pues tiene 4.847 años. De hecho, se considera que es el árbol vivo más viejo del planeta, pues aunque otros tienen partes de hasta 9.000 años de edad, las porciones vivas son clones del original.
La edad de Matusalén se estimó por datación cruzada en el Laboratorio de Investigación de Anillos de los Arboles de la Universidad de Arizona. Es paradójico que el árbol más antiguo de la tierra pertenezca a una especie que fue descrita hace poco menos de un siglo, en 1930. Quien la descubrió tampoco fue un taxónomo sino un paleontólogo especializado en datar eventos climáticos, como las sequías, a través de los anillos de los árboles, el Dr. Edmund Schulman.
Los pinos longevos crecen a más de 3.000 metros de altitud en una tierra árida y expuesta a vientos helados. Casi como una enseñanza de vida, es esa adversidad la que los hace sobrevivir durante tantos años. El viento fuerte favorece el desarrollo de troncos gruesos y resistentes gracias a la acumulación de resina. Esta capa resinosa también los protege de la humedad y dificulta el desarrollo de hongos y otros fitoparásitos. A diferencia de los pinos erectos a los que estamos acostumbrados, Pinus longaeva, es un pino retorcido, con escaso follaje. Sin embargo, esto precisamente lo hace extraordinariamente hermoso, junto con el caprichoso cromatismo de su corteza.
A simple vista no es posible distinguir a Matusalén de los otros pinos longevos del Bosque de Inyo, y esto precisamente es la clave de su preservación. Los investigadores que conocen su ubicación no han revelado el más minio detalle que pueda ayudar a los saqueadores a encontrarlo. No queremos que el honor de este anciano sea mancillado con tatuajes de visitantes que solo estarán junto a él unos minutos para tomarse una foto y luego seguirán su camino en busca de otro tesoro donde dejar su huella. Otro árbol milenario, Prometeo, que creció en el Parque Nacional Grandes Cuencas en Nevada fue talado por ignorancia, quizás. Era el árbol más antiguo no clonado del planeta; se le calculaba una edad de 4.900 años, toda una reliquia de la Edad de Bronce. Desapareció por la impericia de un puñado de seres humanos. Hoy, es solo una muestra de colección en un laboratorio.
Suramérica
En el otro extremo del continente americano, en Chile, encontramos al árbol más longevo de Suramérica. Se trata de un alerce (Fitzroya cupressoides) o lahual, en lengua mapuche, de unos 2.200 años que vive en la vertiente occidental de la Cordillera de los Andes. Es un ejemplar majestuoso de más de 40 metros de altura y 4,3 m de diámetro en su base. Se encuentra protegido dentro del Parque Nacional Alerce Costero, en la región de Los Ríos. Lamentablemente la datación no se ha completado por razones logísticas, porque se requiere un taladro enorme para llegar al corazón del tronco, pero todo sugiere que cuando se complete se confirmará la estimación. En esa misma región se encontró el tocón de un ejemplar de alerce que había vivido 3.622 años (estimados por datación cruzada). El árbol fue talado antes del 5 de septiembre de 1977 cuando la especie fue protegida al declararla monumento nacional. A pesar de esto, el lahual se encuentra en la categoría Amenazado (EN) según la UICN debido a la reducción de la calidad de su hábitat, y se sospecha que la población ha disminuido 50% en las últimas tres generaciones. El fuego, la tala ilegal y el daño a las cortezas de los árboles para la calafatear embarcaciones son las principales amenazas a la supervivencia de la especie.
Europa
El árbol más antiguo de Europa es un cedro endémico de las Islas Canarias (Juniperus cedrus) y tiene 1.481 años. Fue datado por investigadores de la Universidad de Valladolid y la Universidad Rey Juan Carlos, utilizando la técnica del C14. Este ejemplar vive en el Parque Nacional el Teide (Tenerife, Islas Canarias), en una zona de rocas volcánicas y acantilados de difícil acceso a más de 2.000 m de altura. Su ubicación sugiere que ha sobrevivido a varias erupciones volcánicas en el último milenio. Pero no es el único ejemplar milenario de la zona, pues se han encontrado varios ejemplares más que superan los mil años. Todo indica que se ha descubierto uno de los puntos calientes de árboles milenarios en el planeta. Allí también se encuentra el Patriarca, otro cedro canario de 1.118 años de edad que fue datado en 2019. Hasta 2022, el título de antigüedad en Europa lo ostentaba un pino (Pinus heldreichii), conocido como Italus, que vive desde hace 1.230 años en lo que hoy es el Parque Nacional Pollino en Italia. Ambos árboles han sido datados con C14 (aunque con Italus también se utilizó la datación cruzada), de modo que no hay duda sobre quien es el nuevo campeón europeo, por ahora. Es interesante mencionar que el cedro canario no es un cedro sino más bien un enebro. Los cedros están incluidos en el género Cedrus, el género Juniperus corresponde a sabinas y enebros.
Asia
El árbol vivo más longevo de Asia es un ciprés (Juniperus przewalskii) nativo de las montañas del occidente de China en Gansu, Qinghai y el extremo más septentrional de Sichuan. Estos cipreses crecen entre los 1.000 y los 3.000 m de altitud en el ecotono entre el bosque subalpino y la pradera alpina; forman bosques monoespecíficos o mixtos con Picea crassifolia. El ejemplar más longevo se encuentra en Delingha, Provincia Qinghai, China y tiene 2.230 años (datación cruzada). La Provincia de Qinghai es el mayor centro de concentración de árboles longevos del país y alberga 74 de los 98 árboles milenarios de China. La región se caracteriza por su clima frio y árido. Los cipreses milenarios se encuentran en suelos delgados y pedregosos. Al ciprés de Delingha le pisa los talones la higuera sagrada Bodhi (Ficus religiosa) de Sri Lanka, que tiene 2.217 años (por datación histórica). Existe otro ciprés, el ciprés de Abarkuh o cipres de Zoroastro (Cupressus sempervirens) que vive en Abarkuh (Irán); se supone que tiene 4.000 años de edad, pero no se cuenta con una datación certificada. La tradición oral y la leyenda son las que le atribuye esta edad; Zoroastro lo habría sembrado hace 4.000 años. Se trata de un árbol que forma parte de la cultura de Irán y que ha sido declarado monumento nacional.
África
Los árboles más longevos de África son sin duda los baobabs (Adansonia digitata) y varios ejemplares se han disputado el título del más anciano. Sin embargo, de los más de 100 millones de baobabs de África, solo unos 100 tienen más de mil años. Los baobabs pueden vivir tanto tiempo y alcanzar grandes dimensiones porque producen tallos nuevos periódicamente, de la misma manera que los otros árboles producen ramas nuevas. Estos troncos se van fusionando y forman una estructura en forma de anillo que deja una cavidad falsa en el centro.
Los baobab son las angiospermas (plantas con flores) más longevas, pues entre los milenarios, las gimnospermas y con mucha frecuencia, los pinos, son los más frecuentes y añosos. El baobab de Grootboom (Namibia) fue el más anciano conocido durante mucho tiempo y se estimó su edad en 1.275 ± 50 años; tristemente murió en 2004. El Panke, el baobab gigante de Zimbabwe, fue datado en 2010 y se estima que tenía 2.450 años. Esto lo convertiría en el baobab más antiguo conocido en África. Lamentablemente, la datación se realizó poco antes de que todos los tallos se desplomaran y el árbol muriera. Hoy, es difícil saber cuál es el árbol vivo más anciano de África, porque los baobabs están muriendo a una tasa alarmante sin que sepamos a ciencia cierta el porqué. Otro baobab gigante, emblemático y milenario, el baobab Sunland, en la Provincia de Limpopo (Sudáfrica), llegó a los 1.060 ± 75 años; pero murió entre 2016 y 2017. Este baobab era tan grande que su circunferencia medía unos 45 m. Otro baobab al que se le atribuyen muchos años es el Gran Árbol (Big Tree) de las Cataratas Victoria (Zimbabwe). Este baobab está formado por cinco tallos principales, tres tallos jóvenes y un tallo falso. La datación con C14 publicada en 2021, ha revelado que los ocho tallos corresponden a tres generaciones de 100-1100, 600-700 y 200-250 años de edad respectivamente. El tallo falso tiene 550 años. Según estos datos, se ha establecido que el Gran Árbol tiene 1.150 ± 50 años de edad. También se ha descubierto que los tallos de la generación más vieja dejaron de crecer hace unos 100 años.
Oceanía
En Tasmania (Australia) vive el árbol más longevo de Oceanía, un ejemplar de pino Huon o pino Macquarie (Lagarostrobos franklinii), que acumula 1.089 años (estimados por datación cruzada). Como la mayoría de los árboles milenarios es una conífera. Este pino es de crecimiento lento y tarda hasta 500 años en alcanzar la madurez. Son pinos con sexos separados en individuos diferentes. El pino que nos interesa es un macho que vive en la Reserva Natural de Tasmania. A diferencia de Matusalén y del Patriarca, que pertenecen a especies que viven en zonas áridas y frías, el pino Huon vive en bosques húmedos en las riberas de los ríos, en llanuras inundadas y en el borde de los lagos. Otra característica muy interesante de esta especie es que las ramas bajas que llegan a tocar el suelo producen raíces mientras siguen unidas a la planta parental. Las evidencias indican que algunas colonias de pinos de Huon en el Monte Read, en la costa oeste, se han estado regenerando de esta manera durante más de 10.000 años, aunque ninguno de los árboles tiene más de 1.100 años.
El secreto de su longevidad
No está claro porqué algunas especies son tan longevas, ni porqué las coníferas acumulan tal proporción de ejemplares milenarios alrededor del mundo. Posiblemente se deba a una combinación de factores, entre los que destaca una baja tasa de crecimiento, típicamente asociada a regímenes térmicos e hídricos caracterizados por las bajas temperaturas y la aridez, aunque no todas las especies longevas ocupan estos ambientes. Las condiciones adversas, en general, también favorecen características que confieren mucha resiliencia a estos árboles. Por ejemplo, suelen ser especies con gran resistencia a agentes externos, patógenos, enfermedades y epidemias. El Gran Árbol de la Cascada Victoria sobrevivió a una tormenta feroz que azotó la región en los años 60 y que destruyó la parte superior de su copa. El Patriarca del Teide soporta fuertes vientos y ha sobrevivido a varias erupciones volcánicas. El secreto podría ser más simple de lo que parece. Como decía mi abuela, quien persevera alcanza.
Autora: Zaida Tárano Miranda (Colaboradora Provita Internacional).
Créditos fotos (las fotos no necesariamente corresponden al ejemplar más longevo de cada especie):
Anillos de crecimiento Simon Stankowski en Unsplash
Corte del tallo de un baobab Bernie Olbrich en Atlas Obscura
Pinus longaeva con porciones vivas y muertas en Parque Nacional Inyo, Dcsrjr en Wikimedia Commons
Fitzroya cupressoides en Wikiwand
Juniperus cedrus Cabildo de Tenerife
Adansonia digitata, Baobab de Sunland, JTeessen via Wikimedia Commonsww.karlgercens.com/
Lagarostrobos franklinii en Gordon River (Australia) Karl Gercens
Baobab a la puesta de sol en Botsuana Leon Paulheikoff en Unsplash
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